“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré”
Evangelio según S. Mateo 11, 28-30
Jesús tomó la palabra y dijo: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Meditación sobre el Evangelio
N os estimula a la esperanza: «Bienaventurados los pobres, bienaventurados los que lloran». Vuestro Padre es Dios, posa sus ojos maternales sobre vosotros y quiere ahorraros lágrimas; acudid a su regazo y calentaos con su cariño. Acudid al mío, que lo hizo tan caliente que acariciados en Mí sintáis lo que es Él: «Quien me ve a Mí, ve a mi Padre». Jesús y el Padre, ternura inefable, que llaman a los apenados, a los agobiados. ¡Ah!, si fuesen a Ellos, si se acurrucasen en Ellos, qué otra cosa les resultaría la vida. Pero se empeñan en buscar la solución por otra parte; busquen, pero poniendo la principal confianza en el Padre y en el Hijo.
«Tomad mi yugo». Su yugo llama a la dulce esperanza, a la fuerte esperanza, a mantener nuestra caridad hacia Él y hacia todos, en todo evento. Aprender lo que nos está enseñando, que es un amor tan puramente amor y delicado que encontramos en él descanso y dicha; porque es tan limpiamente amor que no es capaz de darnos mentira por verdad; tan sencillo, tan tierno que al enseñar no se busca a sí, sino a mí; va de verdad a darnos la verdad.
Como mana de su Padre bueno, Jesús es bueno y la verdad es buena, tan bueno y buena que su yugo es suave y su carga ligera.
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