De trabajar como joyero a encontrar la vocación religiosa
Fray Manuel Baeza es un sevillano que tenía una vida como la de cualquiera, trabajaba como joyero. En la ciudad sevillana donde nació conoció el carisma de la orden a la que hoy pertenece, los Mercedarios Descalzos de la que fue poco a poco enamorándose. Actualmente está estudiando el grado de bachiller teológico y primer año de Filosofía. De su anterior trabajo como joyero dio el gran salto de irse al convento. Todo este camino no fue de la noche a la mañana pero la vocación religiosa tampoco era algo desconocido para Manuel que ya de pequeño recuerda que quería ser sacerdote. “Muchos momentos en mi juventud me planteé cómo llevar a cabo ese proyecto, esa barrera que en principio yo creía que tenía de llegar a pensar de no poder ser un buen sacerdote, es algo importante porque a responsabilidad que tienen es grande”, explica Manuel. Por este motivo y con esos miedos iba poco a poco retrasando cada vez más este gran proyecto que el Señor le tenía reservado.
Pero es en un momento de su vida cuando se da cuenta con total claridad de que su vocación realmente puede dar frutos y puede llevarse a cabo en su proyecto. Su vida familiar y laboral no se lo impedía, “me sentía totalmente feliz, pero siempre me faltaba ese paso desde que era pequeño quise haber tomado, tuve un acercamiento a un seminario pero vi que no era el momento porque en ese momento no tenía una vida laboral estable, tenía que esperar a que mi vida estuviera más tranquila”, explica.
Para Manuel en ese camino de discernimiento fue muy importante el acompañamiento. “Mi párroco que siempre ha sido un referente para mí, era de la orden de los Mercedarios Descalzos, ha influido en muchos de los aspectos y ámbitos de mi vida, yo siempre quise imitarlo”. Quería de alguna manera parecerse a él pero ser sacerdote y religioso conllevaba una responsabilidad grande que no estaba seguro si iba a estar dispuesto a asumir. “Sabía que con la ayuda del Señor lo podía hacer pero no me veía capacitado para poder seguir sus paso”. El detonante de toda esta historia fue cuando su mayor referente enfermó en el año 2015. “Me dediqué a cuidarlo, a estar con él compartiendo mi vida con él porque a partir de ahí pasaba más tiempo en el convento con él. El Señor se valió de eso para que todo viniera rodado y casi sin darme cuenta esté donde estoy hoy. Ésta es una decisión que tomas porque el Señor te llama y tienes la certeza que es Él”.
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