El Papa pide que la Palabra de Dios “no entre por una oreja y salga por otra”
(ACI) El Papa Francisco pidió a los cristianos que abran el corazón a la Palabra de Dios, que la escuchen con atención y que no les “entre por una oreja y salga por otra”.
El Pontífice habló así en la homilía que pronunció este jueves 3 de octubre en la Misa celebrada en la Casa Santa Marta, donde habló de la “historia del encuentro del pueblo de Dios con la Palabra de Dios” a partir de la Primera Lectura del día, del Libro de Nehemías.
Se trata de una lectura que se sitúa en el contexto de la reconstrucción del Templo de Jerusalén, después del regreso del pueblo de Israel del exilio en Babilonia.
En la lectura se describe cómo el escriba Esdras se alza ante el pueblo para abrir y leer el libro de la Ley de Moisés. En el momento de abrir el libro, “el pueblo entero se puso en pie”.
Ese gesto de ponerse en pie es, para el Santo Padre, “una cosa bella”. “Nosotros estamos acostumbrados a tener este libro que es la Palabra de Dios, pero estamos, podemos decir, malacostumbrados”.
En aquella época, recordó, “al pueblo le faltaba la Palabra, tenía hambre de la Palabra de Dios. Por ello, cuando ven el libro de la Palabra, se levantan”. “Pensad que ese encuentro no se producía desde hacía decenios. Es el encuentro del pueblo con su Dios, el encuentro del pueblo con la Palabra de Dios”.
“Nehemías, que era el gobernador, Esdras, sacerdote y escriba, y los levitas que instruían al pueblo, dijeron a todo el pueblo: ‘Este día queda consagrado al Señor’. Para nosotros es el domingo. El domingo es el día del encuentro del pueblo con el Señor, el día del encuentro de mi familia con el Señor. El día del mi encuentro con el Señor, es un día de encuentro”, explicó.
Por eso, para el Pontífice, es esencial recibir la Palabra con atención. “Cuando escuchamos la Palabra de Dios, ¿qué sucede en mi corazón? ¿Estoy atento a la Palabra de Dios? ¿Dejo que toque mi corazón o estoy mirando al techo pensando en otras cosas y la Palabra entra por una oreja y sale por la otra sin que llegue al corazón?”.
El Papa insistió en que “cuando la Palabra llega al corazón se produce el llanto y se produce una fiesta. No se comprende la fiesta del domingo sin la Palabra de Dios, no se comprende”.
“La Palabra de Dios nos da alegría, el encuentro con la Palabra de dios nos llena de alegría y esa alegría es mi fuerza, nuestra fuerza”, subrayó Francisco. “Los cristianos están contentos porque han aceptado, han recibido en el corazón la Palabra de Dios y, continuamente, se encuentran con la Palabra, la buscan”.
Insistió en que “ese es el mensaje de hoy para todos nosotros”. En ese sentido, invitó a hacer “un breve examen de conciencia: ¿Cómo escucho la Palabra de Dios? ¿O simplemente no la escucho? ¿Cómo me encuentro con el Señor en su Palabra que es la Biblia? Y luego, ¿estoy convencido de que la alegría del Señor es mi fuerza?”.
El Papa finalizó su homilía pidiendo “que el Señor nos de a todos la gracia de abrir el corazón a este encuentro con su Palabra y no tener miedo de la alegría”.
Lectura comentada por el Papa Francisco:
Nehemías 8:1-12
1 todo el pueblo se congregó como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta del Agua. Dijeron al escriba Esdras que trajera el libro de la Ley de Moisés que Yahveh había prescrito a Israel.
2 Trajo el sacerdote Esdras la Ley ante la asamblea, integrada por hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era el día uno del mes séptimo.
3 Leyó una parte en la plaza que está delante de la puerta del Agua, desde el alba hasta el mediodía, en presencia de los hombres, las mujeres y todos los que tenían uso de razón; y los oídos del pueblo estaban atentos al libro de la Ley.
4 El escriba Esdras estaba de pie sobre un estrado de madera levantado para esta ocasión; junto a él estaban: a su derecha, Matitías, Semá, Anaías, Urías, Jilquías y Maaseías, y a su izquierda, Pedaías, Misael, Malkías, Jasum, Jasbaddaná, Zacarías y Mesullam.
5 Esdras abrió el libro a los ojos de todo el pueblo – pues estaba más alto que todo el pueblo – y al abrirlo, el pueblo entero se puso en pie.
6 Esdras bendijo a Yahveh, el Dios grande; y todo el pueblo, alzando las manos, respondió: «¡Amén! ¡Amén!»; e inclinándose se postraron ante Yahveh, rostro en tierra.
7 (Josué, Baní, Serebías, Yamín, Aqcub, Sabtay, Hodiyías, Maaseías, Quelitá, Azarías, Yozabad, Janán, Pelaías, que eran levitas, explicaban la Ley al pueblo que seguía en pie.)
8 Y Esdras leyó en el libro de la Ley de Dios, aclarando e interpretando el sentido, para que comprendieran la lectura.
9 Entonces (Nehemías – el gobernador – y) Esdras, el sacerdote excriba (y los levitas que explicaban al pueblo) dijeron a todo el pueblo: «Este día está consagrado a Yahveh vuestro Dios; no estéis tristes ni lloréis»; pues todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley.
10 Díjoles también: «Id y comed manjares grasos, bebed bebidas dulces y mandad su ración a quien no tiene nada preparado. Porque este día está consagrado a nuestro Señor. No estéis tristes: la alegría de Yahveh es vuestra fortaleza.»
11 También los levitas tranquilizaban al pueblo diciéndole: «Callad: este día es santo. No estéis tristes.»
12 Y el pueblo entero se fue a comer y beber, a repartir raciones y hacer gran festejo, porque habían comprendido las palabras que les habían enseñado.
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