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La devoción de la Divina Misericordia en nuestras vidas

La devoción de la Divina Misericordia en nuestras vidas

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En los escritos de Santa Faustina Kowalska se encuentran muchas ideas sobre la Divina Misericordia. Aquí exponemos algunas que pueden ser útiles para nuestro vivir diario.

 

La Hora de la Misericordia

La Hora de la misericordia son las tres de la tarde, la hora cuando Jesús murió, su costado fue abierto y brotaron los rayos de sangre y agua de su Corazón. Es el momento más propicio para pedir las gracias que más necesitamos, nosotros y el mundo entero.

Con este motivo, Jesús le dijo a la Santa:

(D. 1320) “A las tres, implora mi misericordia, en especial para los pecadores. Y aunque sólo sea por un brevísimo momento, sumérgete en mi Pasión, especialmente en mi abandono en el momento de mi agonía.  Ésta es la hora de la gran misericordia para el mundo entero.  Te permitiré penetrar en mi tristeza mortal.  En esta hora nada le será negado al alma que lo pida por los méritos de mi Pasión”.

“Cuantas veces oigas el reloj dando las tres, sumérgete en mi misericordia, adorándola y glorificándola; suplica su omnipotencia para el mundo entero y, especialmente, para los pobres pecadores, ya que en ese momento, se abrió de par en par para cada alma” (Diario, 1572).

 

La imagen de Jesús Misericordioso

Como representación visual de la Misericordia que fluye de sus llagas, los dos rayos salen de su corazón invisible.

La santa explica de esta manera la promesa de Jesús:

“(Jesús me dijo) Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: Jesús en Ti confío. Deseo que esta imagen sea venerada…” (D. 47). “Prometo que el alma que venere esta imagen no perecerá. También le prometo, aquí en la tierra, la victoria sobre sus enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerte. Yo mismo la defenderé como a mi gloria” (D. 48). “A través de esta imagen concederé muchas gracias a las almas; ella ha de recordar a los hombres las exigencias de mi misericordia” (D. 742)

 

La fiesta litúrgica

Santa Faustina escribe, dictada por Jesús: “Deseo que haya una fiesta de la Misericordia” (D. 49) “La Fiesta de la Misericordia ha salido de Mis entrañas. Deseo que se celebre solemnemente el primer domingo después de Pascua.  La humanidad no conocerá paz hasta que no se dirija a la Fuente de Mi misericordia… Quien se acerque ese día a la Fuente de Vida, recibirá el perdón total de las culpas y de las penas (D. 300 y 699)”.

En efecto, esta fiesta fue instituida el 30 de abril de 2000 por San Juan Pablo II.

 

Oración… y también OBRAS

Hay dos actitudes de toda persona respecto a la Divina Misericordia.

-Una actitud es personal, con Dios: la CONFIANZA.

«Veo que Dios nunca permite [sufrimientos] por encima de lo que podemos soportar.  Oh, no temo nada; si manda al alma grandes tribulaciones, la sostiene con una gracia aun mayor, aunque no la notamos para nada.  Un solo acto de confianza en tal momento da más gloria a Dios que muchas horas pasadas en el gozo de consolaciones durante la oración» (D. 72).

Jesús le dijo: «No me agrada el alma que se deja llevar por inútiles temores.  ¿Quién se atreve a tocarte cuando estás conmigo?  El alma mas querida para mí es la que cree fuertemente en mi bondad y la que me tiene plena confianza; le ofrezco mi confianza y le doy todo lo que pide.» (D. 453)

«Mi misericordia es mas grande que tu miseria y la del mundo entero.  ¿Quién ha medido mi bondad?  Por ti bajé del cielo a la tierra, por ti dejé clavarme en la cruz, por ti permití que mi Sagrado Corazón fuera abierto por una lanza, y abrí la fuente de la Misericordia para ti.  Ven y tomas las gracias de esta fuente con el recipiente de la confianza.  Jamás rechazaré un corazón arrepentido, tu miseria se ha hundido en el abismo de mi Misericordia.  ¿Por qué habrías de disputar conmigo sobre tu miseria?  Hazme el favor, dame todas tus penas y toda tu miseria y Yo te colmaré de los tesoros de mis gracias» (D. 1485).

 

-Otra actitud es hacia los demás: La Misericordia con el prójimo.

Jesús dice respecto a esto:

“Te doy tres formas de ejercer misericordia con el prójimo: La primera – la acción, la segunda – la palabra, la tercera – la oración.  En estas tres formas está contenida la plenitud de la misericordia, y es el testimonio irrefutable del amor hacia Mí. De este modo el alma alaba y adora mi misericordia… (El cuadro) ha de recordar a los hombres las exigencias de mi misericordia, porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil».  (D. 742)

“Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes.  No puedes dejar de hacerlo, ni excusarte, ni justificarte” (Diario, 742)

 

Y la santa dice: “Oh Jesús, comprendo que tu misericordia va mas allá de la imaginación y por tanto te suplico que hagas mi corazón tan grande que pueda contener las necesidades de todas las almas que viven sobre toda la faz de la tierra.  Oh Jesús, mi amor se extiende mas allá, hasta las almas que sufren en el purgatorio y quiero expresar mi misericordia hacia ellas mediante las plegarias que tienen las indulgencias… Oh Jesús, haz mi corazón sensible a todos los sufrimientos de mi prójimo, sean de cuerpo de del alma.  Oh Jesús mío, sé que Te comportas con nosotros como nosotros nos comportamos con el prójimo” (D. 692)

«… Cada uno puede cumplir [las obras de misericordia] fácilmente, incluso el mas pobre, ya que es triple el modo de hacer una obra de misericordia:  la palabra misericordiosa, perdonando y consolando; segundo, cuando no es posible con la palabra, entonces rezando y esto también es una obra de misericordia; tercero, las obras de misericordia.  Y cuando llegue el ultimo día, seremos juzgados de esto y según esto recibiremos la sentencia eterna» (D. 1158).

Que nosotros podamos en este tiempo, no solo disfrutar de la Misericordia divina, sino también imitarla y pasar haciendo el bien.

 

“Oh Jesús mío, haz mi corazón semejante a Tu corazón misericordioso. Jesús, ayúdame a pasar por la vida haciendo el bien a todo el mundo”

 

 

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