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De no tener fe a saber que Dios existía en una Nochebuena

De no tener fe a saber que Dios existía en una Nochebuena

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(Religión en Libertad) Francesco María Gianni nació en Prato, cerca de Florencia, en 1968, el año de la revolución sexual, que para muchos marca la descristianización de Europa y el inicio de la postmodernidad. Estudió literatura y filosofía en Florencia.

Toda su infancia, y más su juventud, se mantuvo lejos de la fe. Pero había dos cosas que se lo complicaban: por un lado, quien estudia filosofía se hace preguntas. Por otro lado, quien vive en Florencia se ve asaltado por la belleza de su arte cristiano, sus pinturas, sus esculturas, su arquitectura en iglesias…

Un par de veces al año, en Semana Santa y en Navidad, Francesco María se sentía atraído por las celebraciones religiosas.

Así, a los 24 años, en la Nochebuena del año 1992, Francesco María se encontraba en la Iglesia del Monasterio de las Benedictinas Santa María, en Rosano, a orillas del río Arno, el río de Florencia.

Experiencia mística al proclamarse el Nacimiento de Cristo

No tenía fe, pero le emocionaba el ceremonial: “es una noche en la que el tiempo tiene intensidad y significados especiales, diferente a las demás. Una noche en la que es hermoso encender las luces…”

Y experimentó un acontecimiento místico, una transformación repentina, en el momento en que se leía el Nacimiento de Cristo. Fue, dice, “la voz del Señor… y su llamada persuasiva”.No sabe argumentarlo racionalmente.

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Explicaba en 2015 en una entrevista en Toscana Oggi que “Dios estaba ahí”. El Dios que nacía en Belén “encendió en la noche de mi corazón una luz especial de amor y de gracia, de sentido, trayéndome de la incredulidad resignada a su misterio, a la vivencia y a la experiencia apasionada de Él”.

Más aún, “cuando sentí que él estaba allí, inmediatamente sentí que valía la pena buscarlo por el resto de la vida, buscar los rastros del Señor a quien encontré esa noche”, explica.

En el Osservatore Romano lo explicó así: “Pasé mis años de escuela secundaria y universidad lejos de la Iglesia. Luego, en la noche de Navidad de 1992, tuve la gracia de una verdadera conversión y vocación en la iglesia de los benedictinos de Rosano. Allí mismo fui invitado por la belleza, la profundidad y la intensidad de la liturgia del misterio de la Navidad. Esa celebración cambió radicalmente mi vida y me hizo redescubrir el sabor de la experiencia benedictina”, indica.

Y rápidamente al convento benedictino

Al finalizar la misa de Nochebuena se acercó a hablar con el sacerdote. Era un monje que pertenecía al cercano Monasterio benedictino de San Miniato al Monte. “Pocos días después de Navidad me dirigí allí e inmediatamente me di cuenta de que este era el lugar donde el Señor me esperaba», recuerda Gianni.

Al ser recibido sus votos Francesco tomó el nombre de hermano Bernardo. Fue elegido prior de esa abadía el año 2009 y abad en diciembre de 2015. Lo que más le asombró llegó más tarde: en Cuaresma de 2019, a los 51 años, el Papa le pidió que predicara el retiro cuaresmal para la Curia y él mismo.

“Recibí la noticia con una inmensa inquietud, gran incredulidad y gratitud hacia el Señor y hacia el Papa”, explica. El monje confiesa que tuvo “una profunda sensación de no ser apto” para tal encargo. Sin embargo, “me puse a su disposición, porque me sentí llamado, pero le mencioné que yo no tengo el perfil académico, eclesiástico o teológico para justificar esa invitación”. Unas dudas que el Papa quizo resolver rápido: “Me respondió que esta es una buena premisa para hacer bien los ejercicios”.

Entrevista en TV2000 en marzo de 2019, días antes de los ejercicios espirituales con el Papa y la Curia

 

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