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5 libros de gran ayuda para el crecimiento espiritual

5 libros de gran ayuda para el crecimiento espiritual

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(Catholic Link) Realmente, son mucho más de cinco los libros que me ayudaron en mi crecimiento espiritual. Cada libro sobre ascética, doctrina o biografía de algún santo es un escalón que ayuda a subir en la escalera del amor a Dios, porque nos inspira a dar un poco más. No obstante, este me parece un buen número para empezar, y quizás próximamente prepare una segunda entrega con otros títulos sugeridos.

1. Tiempo para Dios – Jacques Philippe

Uno de mis autores preferidos, y estoy segura de que también lo es de muchos otros. Realmente todos sus escritos me calaron muy hondo en los momentos en los que recurrí a ellos, según las distintas circunstancias que ameritaban una u otra obra suya. Me costó seleccionar uno de sus libros, porque, como digo, todos son muy buenos, pero escogí este porque este es fundamental para quien quiere aprender a rezar o fortalecer la ya existente vida de oración, respondiendo a los problemas que puedan presentarse en la misma o animando a comenzar y recomenzar.

“Si la vida de oración no es una técnica que se llegue a dominar, sino una gracia que recibimos, un don que viene de Dios, lo más importante al tratar de ella no es hablar de métodos ni de recetas, sino dar a conocer las condiciones que nos permiten recibir este don. Condiciones que, de hecho, consisten en ciertas actitudes interiores, en determinadas disposiciones del corazón. En otras palabras, lo que asegura el avance en la vida de oración y la hace fructífera no es tanto el modo que se adopta para orar, como las disposiciones interiores con las que se aborda la vida de oración y se camina por ella. Nuestra principal tarea consiste en esforzarnos por adquirir, conservar e intensificar esas disposiciones del corazón. El resto será la obra de Dios.”

2. Simón Pedro – Georges Chevrot

Chevrot es otro autor, como Jacques Philippe, cuyos libros los he leído casi todos, creo que hay uno solo que todavía no pasó por mis manos. Con sencillez y profundidad toca el alma e influye para enamorarse un poco más de Dios. En concreto, este libro, al cual recurrí y releí más de una vez, me encantó y no he acabado de sugerirlo. Va seleccionando pasajes de la vida y palabras del Pedro y a partir de ellas e identificándonos con las circunstancias en las que el apóstol nos invita a ser un personaje más del Evangelio. Es fácil empatizar con el amor o el error, con la impulsividad y la devoción que presenta San Pedro antes de ser santo, y ver cómo ocurren situaciones similares en nuestras vidas, en nuestro día a día.
“Cualquiera que sea nuestro cansancio, Simón Pedro nos acaba de enseñar la manera de resistir al desánimo. Jesús nos dice: “¡Ánimo!”. San Pedro nos repite: “¡Confianza!”. Indudablemente, el sentido común y la experiencia bastarían para persuadirnos de que es necesario volver a empezar; la virtud de la esperanza nos impulsa a ello irresistiblemente. Pero ahí están los terribles chascos de los hechos, la “mala suerte” que se ceba sobre nosotros, las mismas faltas que se repiten, los fracasos que destruyen periódicamente todas nuestras empresas. Por eso hay días en que nos dan ganas de echarlo todo a rodar. ¿Para qué comenzar nuevamente si siempre fracasamos? Repitamos entonces esas tres palabras del Apóstol: In verbo tuo.”

3. Camino – San Josemaría Escrivá de Balaguer

Aunque recomiendo fuertemente leer todos los libros de este santo, sugiero empezar por este. A partir de puntos que sirven para la meditación, nos va hablando al corazón sobre distintos aspectos de la vida interior o la lucha para alcanzar la santidad desde lo cotidiano, desde la realidad que a cada uno le toca vivir. San Josemaría es directo e incluso algunos consejos pueden parecer un poco fuertes, pero al llevarlos a la oración descubrimos que quizás nos parezca así porque aún hay algo que debemos cambiar o en lo que podemos mejorar.
“Lee despacio estos consejos. Medita pausadamente estas consideraciones. Son cosas que te digo al oído, en confidencia de amigo, de hermano, de padre. Y estas confidencias las escucha Dios. No te contaré nada nuevo. Voy a remover en tus recuerdos, para que se alce algún pensamiento que te hiera: y así mejores tu vida y te metas por caminos de oración y de Amor. Y acabes por ser alma de criterio.”

4. Ascética meditada – Salvador Canals

El título ya da una pista del contenido del material. Cada capítulo es un aspecto ascético con consejos para dar mayor vigor y mejores bases para una relación personal e íntima con Dios. Seré honesta: la redacción de esta obra no me fascinó, como los demás libros que sugiero, pero el contenido es tan rico que tuve que superar mis reservas para anotar, atender y meditar sobre lo que expone el autor.
“Pues hoy quiero hablarte de ese Reino de Dios, donde el Señor encuentra sus delicias; de ese Reino de Dios que está dentro de nosotros, de ese Reino de Dios que es tan admirable como desconocido. El corazón de los hombres es como una cuna en la que Jesús vuelve a nacer; y por eso en todos los corazones que han querido recibirlo, el mismo Jesús, aunque de modos distintos, crece en edad, en sabiduría y en gracia. Jesús no es igual en todos, sino que, según son las capacidades del que lo recibe, Él se manifiesta diversamente en la vida de los hombres, bien como un niño o como un adolescente en pleno desarrollo, o como un hombre maduro. Reinar, nacer y crecer en el corazón y en la vida del cristiano es el deseo de Cristo, que quiere, de ese modo, hacer de cada cristiano –de ti, de mí–alter Christus, otro Cristo. Y a esa llamada de la gracia, a esa invitación de Jesús, todos deberemos responder repitiendo las palabras del Precursor: Oportet Illum crescere, me autem minui: conviene que El crezca y que yo disminuya.”

5. Dios necesita de ti – Leo J. Trese

De este libro me gustó la voz amena y sencilla que trata verdades variadas. Su sinopsis dice: “Su contenido abarca desde el valor de la lectura para el conocimiento de Dios y de la doctrina cristiana, hasta la necesidad de la lucha contra el pecado para crecer en las virtudes, pasando por la práctica de los sacramentos y de la oración… La meta es alcanzar la felicidad de Dios en el cielo. Él da su gracia, pero necesita la libre colaboración del hombre para poder ayudarle a alcanzar su plenitud”.
“Si vivimos en unión con Dios, toda nuestra vida se convierte en oración. Nuestros deberes de estado –el trabajo, la familia, etc.- pueden hacer que Dios no esté conscientemente presente en nuestros pensamientos durante muchos momentos del día, pero siempre seguirá siendo un foco de atracción, la razón de ser de todo lo que hagamos. Nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestros actos, estarán orientados hacia Él.”

 

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