3 enseñanzas del apóstol santo Tomás que pueden ayudar a fortalecer tu fe en momentos de duda
Cada 3 de julio, la Iglesia católica celebra la memoria de santo Tomás, a quien debemos la aclamación de fe que dice: “Señor mío y Dios mío”. Este hombre fue luego un gran predicador del Evangelio, hasta su muerte como mártir del Señor.
Tomás fue llamado por Jesús allá por el año 31 d.C. Como el resto de los discípulos, el joven siguió a Jesús dejando atrás su casa, su familia y su trabajo. Pero, sabemos bien que Tomás era frágil en su fe, como muchos de nosotros. Cuando Jesús se aparece la primera vez a los apóstoles en el cenáculo, Tomás duda de que fuera cierto aquel misterio de la Resurrección. Sus dudas desaparecerían cuando, en la segunda visita a los asustados apóstoles, Jesús resucitado ofrece al incrédulo apóstol que compruebe por sí mismo la veracidad de Sus llagas y la herida de Su costado.
Pero también debemos recordar que el incrédulo apóstol sería el más decidido en acompañar a Jesús de vuelta a Judea, donde lo esperaban para apedrearlo después de haber resucitado a Lázaro: “Vamos también nosotros, para que muramos por él”, diría Tomás. (Juan 11.16)
Aquí te dejamos tres reflexiones inspiradas en el apóstol que pueden aportar a nuestra a nuestra vivencia espiritual y a nuestra experiencia de fragilidad.
1. Dudar no está mal
De Tomás podemos aprender que no hay nada malo en sentir dudas, en ser frágiles en la fe. El problema radica en no buscar el camino para salir de esas dudas. Cuando Tomás se entera de la aparición de Jesús resucitado, siente dudas. Pero será Jesús mismo quien le quiere sacar de aquella incertidumbre. Tomás se deja transformar y pasa de la duda a la certeza.
Por eso, no debes dejarte vencer por la culpa o el desánimo cuando sientes que tu fe pasa por momentos de dudas, ya sean pequeñas o grandes, sino que deberás propiciar el modo para salir de ellas. Buscar el crecimiento personal y espiritual, sabiendo que aquel que pasa su fe por el crisol para llegar a una seguridad aún mayor, lo que hace es purificar esa certeza y ese amor hacía el Maestro.
2. ¿Serán ciertas las promesas de Dios?
No es extraño encontrarse con ese interrogante, y es que no es fácil dar ese salto de fe que existe en el confiar ciegamente en Dios o no creer en Él.Muchos hemos pasado por momentos en que nos preguntamos a nosotros mismos si estamos confiados en que Dios va a cumplir sus promesas. Pero lo fundamental aquí es darse la oportunidad de creer y ¿cómo hacerlo? La fe es en definitiva una decisión personal, algo así como: si quieres creer, lo haces… pero también es una lucha de cada día en la que hay que preguntar y responder al corazón.
Algo que sirve mucho en estos momentos de incertidumbre, es detenerse un momento y contemplar todo aquello que en los años de vida que tenemos hemos recibido por gracia de Dios. Al meditarlo llega el momento de preguntarte ¿si creí y recibí todo esto, no será que si espero ahora, voy a recibir bendiciones aún mayores?
3. La contemplación como medio para aumentar la fe
A medida que avanza el tiempo y aumenta el saber humano, nos vamos elevando en el conocimiento de todo aquello que nos rodea pero, proporcionalmente, nos vamos alejando de lo sencillo, de lo “invisible”. Nos aislamos del otro y nos hacemos peregrinos ciegos en medio del misterio.
Es apremiante la necesidad de volver a lo pequeño, a aquellas cosas esenciales que son tan significativas en la vivencia del día a día. Te invito a recuperar esa capacidad de contemplación, ella te guiará a un fortalecimiento continúo de tu fe, pues en definitiva es por medio de ella que el corazón del hombre se hace más próximo al corazón de Dios.
Santo Tomás es un hombre recordado principalmente por aquel momento de duda, pero en ese momento es Jesús mismo quien le invita a tocar sus llagas, para que “esa prueba” permita fortalecer la fe del apóstol. Es Dios quien quiere que creas. Pide cada día “Señor aumenta mi fe”.
La aventura de caminar como creyente también trae consigo la imperiosa necesidad de preguntarte y purificar aquello en lo que creemos. El camino es largo, pero el amor más sublime que existe nos está esperando. En este tiempo desbordado de conflictos es necesario gritar que todo es posible para el que tiene fe, aun cuando esta sea pequeña.
Ánimo y recuerda que, ya sea porque estés dudando o porque estés seguro, encontrarás a Jesús que te mira con amor y te llama a seguirle.
(Fuente: Catholic-Link)
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