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Capítulo 4-2ª Parte ‘Conociendo las Escrituras’: Los hijos de Dios y las hijas de los hombres

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Os presentamos un programa más de ‘Conociendo las Escrituras’ presentado por Beatriz Ozores, en este capítulo que lleva por título ‘Conociendo las Escrituras’: Los hijos de Dios y las hijas de los hombres. En este programa explicaremos la aportación específica de los descendientes de Set a la humanidad manteniendo el conocimiento del verdadero Dios, un valor superior a todos los demás. Como dice San Agustín: «Caín construye una ciudad, mientras que Abel no construye ninguna, porque la verdadera ciudad, mientras que Abel no construye ninguna, porque la verdadera caridad de los santos se encuentra en el cielo».

Se es, por tanto, el primer eslabón del linaje de los justos elegidos para conservar la revelación divina y el reino de Dios sobre la tierra. Comenzamos a ver claramente la oposición entre el pueblo de los hombres y el pueblo de Dios, entre la ciudad de los hombres y la ciudad de Dios: El pueblo de Dios camina hacia el encuentro con Dios, mientras que el pueblo de los hombres vive de espaldas a Dios. El linaje de Set llega a su culminación con el patriarca Henoc: De Henoc se dice que «caminó con Dios», resaltando así su santidad, y que no murió, sino que Dios se lo llevó consigo. Por eso Henoc llegó a ser un personaje apreciado y venerada en la tradición judía. San Pablo, en la carta a los Hebreos 11,5  nos dice que; «Por la fe, Henoc fue arrebatado para que no viera la muerte, y no se la encontró, porque Dios se lo había llevad: antes de su tránsito recibió el testimonio de haber agradado a Dios».

Estos dos grupos, los descendientes de Caín y los descendientes de Set, tenían que vivir en el mismo territorio. Los descendientes de Caín veían el mundo en términos de guerras y de gloria personal. Los descendientes de Set adoraban a Dios pero llevaban también en ellos la semilla del pecado que todos heredamos de Adán y Eva. Por eso leemos al principio del Génesis 6: «Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la tierra y les nacieron hijas, los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran hermosas, y tomaron por mujeres a las que más les gustaban de entre todas ellas». (Génesis 6,1-2)

Como hemos visto, en la séptima generación de los descendientes de Caín, Lamec cayó en la poligamia. Pero aquí vemos cómo, los descendientes de Set fueron tentados por el mismo pecado: «tomaron por mujeres a las que más les gustaban de entre todas ellas». Es decir, la poligamia también entró en el linaje de Set la familia de la alianza con Dios. El pecado comienza a institucionalizarse. Veremos cómo a medida que avanza el Antiguo Testamento, la ruptura de la alianza conyugal siempre acarrea el juicio condenatorio de Dios». El Génesis continúa diciéndonos: «En aquellos días, y también después, había gigantes en la tierra, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y ellas les dieron hijos; éstos fueron los héroes más famosos de antaño». (Génesis 6,4)

Los «héroes famosos de antaño» eran tiranos malvados que buscaba su propia gloria. A medida que los descendientes de Caín y Set se unieron entre sí, el mundo entero pasó a estar dominado por los descendientes de Lamec, es decir, por hombres injustos y violentos, constructores de una cultura de pura maldad. «El Señor, al ver cuánto había crecido la maldad en el hombre sobre la tierra, y que todos los pensamientos de su corazón tendrían siempre el mal, se arrepintió de haber hecho al hombre sobre la tierra, y se entristeció en el corazón. (Genesis 6, 5-6)

El Diluvio

«El Señor dijo a Noé: entra en el arca, tú y toda la casa, porque he visto que eres el único justo ante mí en esta generación.» (Gnénesis 7,1)

«Esta es la historia de Noé: Noé fue un hombre justo e íntegro entre sus contemporáneos; él caminaba con Dios. Noé engendró tres hijos: Sem, Cam y Jafet. Pero la tierra estaba corrompida ante Dios y se había llenado de violencia. Dios miró a la tierra, y he aquí que estaba corrompida, porque todo mortal sobre la tierra llevaba una conducta depravada. Dijo Dios a Noé: He decidido poner fin a todo mortal, porque a causa de ellos la tierra se ha llenado de violencia; por eso voy a exterminarlos de la tierra. Hazte un arca de madera de ciprés; harás en el arca diversos compartimentos y la calafatearás con brea por dentro y por fuera. (Génesis 6,9-14)

 

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