Se alejó de la Iglesia, sufrió depresión pero pronto será sacerdote
(ACI) Jose Ángel Zubiaur es un diácono de la Archidiócesis de Pamplona y Tudela (España) que el próximo junio será ordenado sacerdote y que contó cómo descubrió su vocación sacerdotal tras alejarse de la fe y superar una depresión.
Según explicó en un vídeo de la Delegación de Juventud de la Archidiócesis de Pamplona y Tudela, José Ángel nació en una familia cristiana y aseguró que “el mayor regalo que mi familia me ha podido hacer fue la fe”.
Cuando era pequeño la idea de ser sacerdote le “rondó la cabeza”, pero la dejó de lado después de tener un conflicto con “una persona de Iglesia”.
José Ángel recordó una frase que el Papa San Juan Pablo II dijo durante su visita a Madrid en el año 2003 y que le impactó especialmente: “Si sientes la llamada de Dios que te dice ‘Ven y sígueme’, que tu sí sea gozoso como el de la Virgen”.
“Yo lo recibí con gozo y lágrimas, pero aquello quedó aparcado en lo más profundo de mi corazón porque desde ese momento tuve una crisis con la Iglesia porque decidí ser el señor de mi vida y comencé un periodo de baches”, explicó en el vídeo.
Sin embargo, a pesar de la inestabilidad, José Ángel asegura que ahora identifica que “Dios puso su dedo en mi corazón y cuando pones el dedo en una superficie queda la huella dactilar. Y yo ese hueco del dedo de Dios lo intenté llenar con el amor que el mundo nos ofrece y más en la sociedad actual. Que si salir de fiesta, buscar actividades para llamar la atención…Más adelante tuve novia y es intentar saciar el anhelo de amor y de sed que tenemos”.
“La sociedad te dice que seas tu el señor de tu vida y es ir dándote cuenta de que ese no es el camino, que tu vida está vacía y que se hueco el mundo no lo llena”, aseguró.
Comenzó la universidad y tuvo una novia cuya relación duró durante bastante tiempo porque pensaba que podía estar llamado al matrimonio.
“Durante los estudios de Derecho tuve la suerte o la desgracia de sufrir una depresión por ansiedad que me hizo replantearme mi vida muchísimo. ¿Por qué Dios permite esto? ¿Por qué tengo que sufrir?”, afirmó.
En ese periodo de depresión, José Ángel asegura que una de las cosas que más le ayudó fue “ver a familiares de mis padres, hermanos y amigos que tienen hijos con minusvalías físicas y psíquicas y plantearme por qué esta gente, que está tan necesitada de los demás, sonríen y yo no”.
“El Señor va poniendo semillas en nuestro camino, una fue esa, y otra fue aprender a amar a los enfermos al cuidar de mi abuelo y otra gente mayor. Me descubrió que salir de uno mismo es fundamental y te vas dando cuenta de que a lo mejor Dios te llama a otra cosa”, explicó.
El plantearse la posibilidad de que Dios le pidiera algo más hizo que entrara en un tiempo de crisis en el que se dio cuenta de que cumplía “una serie de normas” y que podía “ser muy pío” pero por dentro “estaba muy vacío”.
“Rezando un día en la capilla de adoración perpetua donde solía ir todas las semanas, muy de madrugada, para que se demostrase que yo era capaz y un tío súper responsable, se me ocurrió preguntarle a Dios: ‘¿Qué quieres de mí?’ Y me vino a la cabeza lo que un sacerdote me dijo cuanto tuve ese bache con la Iglesia: ‘¿Has pensado en ser sacerdote?’. En aquel momento me aterré, me morí de miedo, porque no cuentas con eso, que te pueda pasar a ti. Y empezó una etapa, ya al final del noviazgo, donde venía continuamente esta pregunta”, aseguró.
Una vez que se planteó realmente la vocación al sacerdocio, le surgieron dudas y miedos, según explica. “La primera gran barrera es ¿cómo voy a ser yo sacerdote?”, relató.
“¿Cómo me va a llamar a mí si soy un gran pecador, si hay un millón de personas mejor que yo? ¿Cómo me va a llamar a mí si yo le he dejado mil veces? ¿Por qué quiere Dios que le sirvas?”, se preguntaba. Durante ese tiempo seguía con su novia.
Otras de las grandes dudas que tenía José Ángel era su deseo de ser padre y formar una familia, hasta que Dios en la oración le dijo: “Serás padre de muchos”.
“Y las trabas que yo iba poniendo, las iba desanudando. Los nudos grandes que yo hacía para que aquello no saliera adelante, él los iba deshaciendo con gran sencillez”, precisa
En ese sentido el joven diácono explica que “Dios te dice que saltes a la piscina, sin manguitos porque Él te va a coger, pero si no te fías, es imposible”.
Durante el último curso de universidad había suspendido varias asignaturas y decidió tomar unos días de descanso en el monasterio de Leyre, en Navarra (España).
“No sé por qué caí en el monasterio de Leyre y ahí fue cuando el Señor tumbó todas la barreras, recuerdo el día y la hora. El Señor toca el corazón y tienes la certeza de que eres para Él”.
Después José Ángel comenzó a servir a la Iglesia y a los enfermos en un hospital de su ciudad y a sacerdotes mayores en la residencia del Buen Pastor de la Archidiócesis de Navarra.
Posteriormente entró en el seminario, fue ordenado diácono y el próximo 30 de junio será ordenado sacerdote en la Archidiócesis de Pamplona y Tudela.
Para los jóvenes que pueden plantearse la vocación al sacerdocio, José Ángel asegura que “todos estamos llamados a concretar nuestra vida y nuestro amor con el amor de Dios y tenemos que ver cómo”.
También les animaría a que abrieran “su corazón a alguien de confianza, a un sacerdote o a alguien que les pueda orientar”.
Y aunque asegura que “no es fácil”, sino “un carrera de largo alcance donde descubres que Dios está contigo. Si nunca comienzas a hacer la carrera, si no te pones en marcha, si no aprendes a sortear los obstáculos, a pedir ayuda, nunca llegarás”.
“Había una cosa que me preocupaba, porque no sabía si sería feliz, si esto serviría para sanar, salvar y saciar mi inquietud. Pues sí, merece la pena, es la tarea más hermosa que hay”.
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