Monja logra reunir a migrante indonesia con su padre después de 14 años
(ACI) La hermana Laurentina, miembro de las Hermanas de la Divina Providencia, pudo reunir a una mujer indonesia que había desaparecido hace 14 años y a su anciano padre.
Según informó Asia News, el increíble esfuerzo de la hermana comenzó en Kupang, capital de Nusa Tenggara Oriental (NTT), una provincia indonesia en la frontera con Timor Oriental. Ella cuenta que recibió una llamada telefónica de la Agencia de Colocación y Protección de Trabajadores de Indonesia. “¿Puede ayudarnos a obtener información sobre una migrante indonesia desaparecida? Sólo tenemos su inicial”, le preguntaron.
Se trataba de una fotografía que se convertía en la única pista para comenzar la búsqueda, la cual tenía solo la inicial “J”.
Luego recibió una segunda llamada que informó que la mujer se encontraría en un centro médico, pero que además no podía recordar a su familia ni su lugar de nacimiento.
El centro es administrado por la embajada de Indonesia y está ubicado en Kuala Lumpur, muy lejos de Kupang. “Se tarda casi seis horas en auto para llegar a la parroquia local. Desde allí debemos continuar por otras tres horas, luego dejar el auto y caminar por senderos de montaña”, dijo la monja.
Sin embargo, esto no detuvo a la hermana Laurentina. Logró descubrir la primera letra del apellido: “M”, y así identificar al pueblo con residentes cuyo apellido tenía la misma inicial. Para ello obtuvo la ayuda de la comandante de la policía del distrito de Timor Tengah Selatan (TTS) y otra fuente local.
La hermana Laurentina conocía la región porque la había recorrido en el 2012 para informar a los aldeanos sobre los peligros del tráfico de personas. Comenzó a ayudar a las víctimas directamente en 2014, en el Centro de Atención al Migrante en Yakarta, y desde el 2017, ha sido coordinadora contra la trata de personas en la isla de Timor y es jefa de la Comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC) de la Arquidiócesis de Kupang, la capital de Nusa Tenggara Oriental.
Es así como en diciembre de 2018, la hermana Laurentina viaja a Timor Tengah Selatan para visitar la aldea de Oenlansi junto con el P. Eko Aldianto, de la Comisión de Justicia, Paz y Atención de los Migrantes de la Conferencia de Obispos Católicos de Indonesia (KWI).
“Junto con el P. Sebastianus Kefi, el sacerdote local en Oinlansi, llegamos al lugar remoto de Obibi, donde se encuentra el asentamiento”, narró.
La casa de la mujer que buscaban se encontraba en la cima de una colina empinada. “Casi me quedé sin aliento. Sin embargo, la mirada del anciano padre fue un gran alivio para mí. Me sentí muy conmovida: el padre de la niña está enfermo y vive en una pequeña casa tradicional”, expresó.
“¿Tienes una hija llamada ‘J. M.’?” le preguntó la hermana al padre de la mujer, conocido como ‘T. M.’, quien padece de una grave enfermedad en la pierna, la cual le impide caminar correctamente.
“Sí”, dijo el anciano, que comenzó a llorar. “Mi familia y yo no sabemos nada de ella desde 2006. ¿Está viva, muerta?”, preguntó.
“Está viva, está en Kuala Lumpur. Pronto será repatriada”, respondió la monja.
“Hermana, por favor tráemela de vuelta”, fue el pedido del anciano padre.
“Con la ayuda de Dios, se encontrarán de nuevo”, respondió la hermana con un nudo en la garganta, puesto que aún había incertidumbre sobre si podrían lidiar con los trámites de repatriación.
La joven llegó a Kupang el 25 de marzo en un vuelo de Garuda Indonesia, luego de lidiar con unos problemas de salud. Junto a la monja partieron hacia el encuentro con su padre después de 14 años de haber estado desaparecida.
Asia News indicó que Nusa Tenggara Oriental es la provincia de Indonesia más afectada por la trata de personas debido a la pobreza generalizada, donde el tráfico de migrantes va en aumento y cada vez más jóvenes, especialmente mujeres, caen en la trampa del trabajo mal pagado o la prostitución forzada.
La Iglesia es una de las pocas instituciones que tratan de prevenir y contrarrestar el problema. Desde 2014, más de 2,600 inmigrantes indonesios han muerto o desaparecido. Sin embargo, algunos sacerdotes y monjas, como la hermana Laurentina han dedicado sus vidas a esta misión.
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