La actitud más negativa para la vida cristiana según el Papa Francisco
(ACI) De todos los pecados, “la soberbia es la actitud más negativa para la vida cristiana”, advirtió el Papa Francisco durante la Audiencia General celebrada este miércoles 10 de abril en la Plaza de San Pedro del Vaticano.
En su catequesis, pronunciada bajo una intensa lluvia que no asustó a las decenas de miles de personas que llenaban la Plaza, el Santo Padre llamó la atención sobre “la primera verdad de toda oración: aunque fuésemos personas perfectas, santos cristalinos que no se desvían nunca de una vida de bien, siempre seremos hijos que se lo deben todo al padre”.
En ese sentido, explicó el Papa, se debe interpretar la petición que se realiza en el Padre Nuestro: “Perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Las deudas, es decir, “los pecados, las cosas malas que hace”, matizó.
Por ese motivo, “la actitud más peligrosa de toda vida cristiana es el orgullo. Es la actitud de quien se pone delante de Dios pensando siempre que tiene en orden todas las cuentas con Él. El orgulloso piensa que todo está bien”.
“La gente que se cree perfecta, la gente que critica a los demás, es gente orgullosa. Ninguno de nosotros es perfecto, ninguno”.
Por el contrario, “hay pecados que se ven y pecados que no se ven. Hay pecados enormes que hacen mucho ruido, pero también hay pecados sutiles que anidan en el corazón sin que ni siquiera nos demos cuentas”.
El peor de esos pecados es la soberbia, “que incluso puede contagiar a aquellas personas que viven una intensa vida religiosa”. La soberbia “es el pecado que divide la fraternidad, que nos hace presumir de ser mejores que los demás, que nos hace creer que somos parecidos a Dios”.
Y, sin embargo, “delante de Dios todos somos pecadores”. Pero, sobre todo, “somos deudores porque, en esta vida, hemos recibido mucho: la existencia, un padre y una madre, la amistad, las maravillas de la creación… Incluso si todos pasásemos por días difíciles, siempre debemos recordar que la vida es una gracia”.
En segundo lugar, “somos deudores también porque, incluso si conseguimos amar, ninguno de nosotros es capaz de hacerlo únicamente con sus fuerzas. Ninguno de nosotros brilla con luz propia”.
“Si amas es porque alguien, alguien externo a ti, te ha sonreído cuando eras un niño, enseñándote a responder con una sonrisa. Si amas es porque alguien a tu lado te ha despertado al amor, haciéndote comprender cómo reside en ella el sentido de la existencia”.
El Papa concluyó: “Amamos, sobre todo, porque hemos sido amados; perdonamos, porque hemos sido perdonados. Y si alguno no ha sido iluminado por la luz del sol, se vuelve gélido como la tierra en invierno”.
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