Papa Francisco: En el diálogo con Dios no hay espacio para el individualismo
En su catequesis pronunciada en el Aula Pablo VI del Vaticano, Francisco destacó que “hay una ausencia impresionante en el texto del Padrenuestro. Falta una palabra que, en nuestros tiempos, quizás siempre, todos tienen en gran consideración: falta la palabra ‘yo’. Jesús enseña a rezar teniendo en los labios, principalmente, el ‘tú’, porque la oración cristiana es diálogo”.
Así, citó como ejemplo algunos fragmentos del Padrenuestro: “santificado sea tú nombre, venga a nosotros tú reino, hágase tú voluntad”.
“Y luego”, insistió el Papa, “pasa al ‘nosotros’. Toda la segunda parte del Padrenuestro se conjuga en la primera persona del plural: ‘danos hoy nuestropan de cada día, perdona nuestras ofensas, no nos dejes caer en la tentación, líbranos del mal’”.
“No hay espacio para el individualismo en el diálogo con Dios”, insistió. “No hay ostentación de los problemas personales como si fuésemos los únicos en el mundo que sufren. No hay oración elevada a Dios que no sea a oración de una comunidad de hermanos y hermanas”.
El Santo Padre continuó: “En la oración, un cristiano lleva todas las dificultades de las personas que viven a su lado: cuando llega la noche, narra a Dios los dolores que se ha encontrado durante el día; pone ante Él muchos rostros, amigos y también hostiles; no los deja como distracciones peligrosas”.
“Si uno no se da cuenta de que a su alrededor hay mucha gente que sufre, si no se compadece por las lágrimas de los pobres, si es indiferente, entonces eso significa que su corazón es de piedra. En ese caso es necesario suplicar al Señor que nos toque con su Espíritu e intensifique nuestro corazón”.
Por otro lado, el Pontífice también explicó que Jesús dijo que “cuando recéis, guardaos en el silencio de vuestro cuarto, retirados del mundo, y dirigíos a Dios llamándolo ‘Padre’”.
Sin embargo, “aunque la oración del discípulo permanezca confidencial, nunca se queda en el intimismo. En el secreto de la consciencia, el cristiano no deja el mundo fuera de la puesta de su habitación, pero lleva en el corazón las personas y las situaciones”.
El Papa terminó su catequesis recordando que “santos y pecadores, somos todos amados por el mismo Padre. Y al atardecer de la vida seremos juzgados del amor. No un amor sentimental, sino compasivo y concreto, según la regla evangélica: ‘Todo aquello que hayáis hecho a uno solo de estos hermanos míos más pequeños, me lo habéis hecho a mí’”.
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