Estas son las reflexiones del Vía Crucis presidido por el Papa en la JMJ Panamá 2019
(ACI) El pasado viernes, el Papa Francisco presidió en el Campo Santa María la Antigua el rezo del Vía Crucis con los jóvenes peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
Entre los temas reflexionados estuvo el aborto, los migrantes y refugiados, las vocaciones, los derechos humanos y las víctimas del terrorismo.
A continuación las reflexiones y oraciones del Vía Crucis de la JMJ Panamá 2019:
Primera estación: Jesús en el huerto de los olivos.
Reflexión
Pongamos el corazón en este encuentro orante y sintamos el llamado que desde Getsemaní se nos hace para que “hagamos la voluntad” del Padre y decidamos la vida como un constante Sí que haga de los jóvenes los más valerosos en el seguimiento de Jesús, los más decididos a responder desde cada vocación, los más fieles para que el cáliz de la pasión de Cristo, al que se han unido tantos jóvenes, se transforme en esperanza y bendición para todos.
Getsemaní es siempre recuerdo de silencio, de oración, de sufrimiento. Dios viene de modo silencioso y discreto, sin imponerse a nuestra libertad; es necesario, entonces, prepararnos para escuchar con profundidad su Palabra, aprender a leer los acontecimientos con los ojos de la fe, y mantenernos abiertos a las sorpresas del Espíritu.
Oración
Danos, Señor Jesús, la dicha de entregarnos con amor, y que, por la intercesión de María, La Virgen de Suyapa, desde Honduras, aprendamos que tú eres Hijo y Maestro, eres libertad y esperanza para que los perseguidos de tantos modos y en tantas partes, sientan el consuelo fraterno de toda la humanidad.
Segunda estación: Jesús es traicionado por Judas y arrestado.
Reflexión
Desde el corazón de Cuba, clamamos para que seamos artífices de comunión, de vida, de alegre esperanza que le regale al mundo un “son” novedoso de vitalidad, de gozosa búsqueda de cuanto nos une. El camino de una Iglesia que es artesana de la unidad pasa por el Huerto de Getsemaní, para hallar en el dolor de Jesús un aliciente para sanar las heridas, para trazar puentes, para unir las voluntades, para construir comunidades fraternas que sellen alianzas con la alegría y la esperanza.
Oración
Señor Jesús, Traicionado y arrestado en el Huerto, te rogamos que los olivos que rodearon tu dolor, broten ahora como signos de unidad, de comunión y de paz para todos y en todas partes, y que, por la intercesión de María, La Virgen de la Caridad del Cobre, aprendamos que tú, Jesús, que eres su Hijo y nuestro Maestro, sigues llamándonos a “ser uno” (cfr. Juan 17) y a trabajar sin cesar en la comunión y en la fraternidad.
Tercera estación: Jesús es condenado por el sanedrín.
Reflexión
La voz de los mártires será siempre un cántico de esperanza. La voz de los Pastores que viven como Jesús, seguirá mostrando a su rebaño el camino de la vida y de la esperanza; la voz de los que mueren, por ser fieles a Jesús, es un eterno grito de esperanza y de bendición.
Oración
Señor Jesús, Gloria de los mártires y corona de los que dan la vida por amor, fortalece nuestra fe y haz de nosotros testigos valerosos de tu paz. Que la intercesión de La Virgen de la Paz, Señora de El Salvador, nos recuerde cuánto vale a los ojos del Señor el corazón ofrecido por todos aquellos que se unieron a Cristo y se hicieron ofrenda, para que los jóvenes aprendamos a entregar la vida, a darla con gozo, a arriesgarla con alegría para que tú, Señor, seas Vida en medio del mundo.
Cuarta estación: Jesús es negado por Pedro.
Reflexión
Nuestros pueblos Indígenas retratan Jesús en el dolor centenario que marca sus vidas. Negados y olvidados, encontraron en su Señor Jesús la imagen de su dolor, el retrato de tantos olvidos. Por eso decidieron reconocerse en el Siervo Doliente y vieron en sus defensores la mano de Dios que se tiende hacia quienes deberían ser más amados porque siguen siendo los primeros en estas tierras. Los Indígenas, los nativos de esta tierra, se han hecho tan cercanos a Jesús que Él encontró en sus rostros el rostro amado que veneramos esculpido y pintado con amor por los que Él hizo sus hermanos.
Oración
Danos, Señor Jesús, tu celo de Pastor Bueno y tu amor entregado, para que acudamos presurosos al rescate de quienes más sufren. Que, desde Guatemala, la intercesión de la Virgen del Rosario nos sigue recordando cómo tú, Señor de todos, encuentras en nuestros pueblos indígenas una cuna de ternura y una cruz florecida en la esperanza.
Quinta estación: Jesús es juzgado por Pilatos.
Reflexión
Nuestro planeta, nuestra casa, no puede ser víctima de la indiferencia ni de la autosuficiencia humana.
Oración
Señor Jesús, te rogamos que nos hagas justos, que nos des sabiduría para encontrar la huella de Dios en toda su obra. Por la intercesión de, Nuestra Señora de los Ángeles, desde Costa Rica, recuérdanos que Tu, condenado a muerte injusta, eres el Señor de todo. Y con Ella podamos decirte: Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.
Sexta estación: Jesús es flagelado y coronado de espinas.
Reflexión
Oración
Señor Jesús, que sigues caminando por el mundo en tantos desterrados, que nos recuerdan tu presencia, haz que sepamos acogerte con amor. Que, desde Venezuela, la intercesión de la Virgen de Coromoto, la que ha caminado junto al corazón palpitante de tantos migrantes y refugiados, nos ayude a ver tu rostro en estos hermanos y a cuidar, sanar y llenar de esperanza el corazón flagelado y coronado de espinas de los muchos que han perdido hasta la patria.
Séptima estación: Jesús carga con la cruz.
Reflexión
En el camino al Calvario, que es el camino de la fe, llevar la cruz sea signo de compromiso y de entrega amorosa.
Oración
Señor Jesús Cargado con la Cruz, te pedimos nos ayudes a que nuestra opción sean los pobres, los débiles, los sufrientes, los excluidos y los marginados. Regálanos tu unción que nos lleve a tomar actitudes coherentes frente a la realidad, denunciando proféticamente las situaciones de injusticia que viven los niños y los jóvenes en nuestros países de América Latina y el Caribe.
Que la intercesión de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, venerada con tanto amor en Haití, nos enseñe a recoger con amor el clamor de tanos sufrimientos y nos enseñe el saludable camino del perdón y de la reconciliación, de la solidaridad fraterna que acude presurosa a todo dolor humano.
Octava estación: Jesús es ayudado por el Cireneo.
Reflexión
Muchísimas veces se nos ha dicho que los jóvenes somos la esperanza: pare ello hemos de lograr que esta virtud florezca en nuestras vidas, sea nuestra señal de identidad y el modo de hacer presencia en un mundo sin amor y sin alegría.
Oración
Señor Jesús: Consuela y anima, a tantos jóvenes en el mundo, que se sienten derrotados por falta de amor y falta de oportunidades. Por la intercesión de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, Concede a nuestros hermanos de todos los pueblos, un verdadero celo misionero irradiador de fe y de esperanza.
Novena estación: Jesús encuentra las mujeres de Jerusalén.
Reflexión
Oración
Señor, te pedimos por todas las mujeres que sufren discriminación de género, desigualdad, prejuicio. Por aquellas que luchan en las tinieblas del abuso, de la pobreza, la soledad, la violencia, la trata, la esclavitud. Concédeles tu Espíritu, para que, con tu luz y tu fortaleza, digan Sí a una nueva vida.
Por la intercesión de Nuestra Señora de Altagracia Desde República Dominicana, te pedimos Señor que, la virgen fiel, la Mujer Gloriosa que es prototipo de toda mujer, nos recuerde el amor que tu prodigaste a las mujeres que encontraron en ti, Señor, el defensor de su dignidad.
Décima estación: Jesús es crucificado.
Reflexión
Oración
Regálanos, Señor, tu misericordia para ofrecer el perdón, para reencontrarnos como hermanos y superar las enemistades, renunciar a la venganza y abrirnos a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en una verdadera cultura del encuentro fraterno. Por la Intercesión de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá, desde Colombia, regálanos, Señor, la verdadera paz, que brota de tu vida ofrecida con amor desde el trono de la cruz.
Undécima estación: Jesús promete su reino al Buen Ladrón.
Reflexión
El buen ladrón al final de su existencia reconoció que la mirada limpia y sincera de Jesús lavaba sus culpas, arrancaba de su alma las secuelas de una existencia dramática y llena de tristeza. En este mundo en el que la corrupción ha provocado tantas heridas y ha sacrificado la verdad, la palabra de Jesús nos llama a la conversión para construir el Reino y nos promete un Paraíso limpio y sereno, una paz transparente y gozosa, una vida nueva y llena de alegría.
Oración
Señor Jesús: ábrenos la puerta de tu corazón, haz que encontremos solo en ti la fuente de la verdad, el río de amor que purifica nuestra vida. Por intercesión de Nuestra Señora de la Divina Providencia, desde Puerto Rico, nos recuerde que Tú eres el único que puedes llevarnos al Puerto de la esperanza, a la vida verdadera, al reino de la alegría, a la santidad que vence el mal y da la vida eterna.
Decimosegunda estación: Jesús crucificado, la madre y el discípulo.
Reflexión
Las Jornadas de la Juventud han estado siempre acompañadas por María. Ella se ha hecho madre de los discípulos y, eternamente joven, sigue cuidando con maternal bondad la fragilidad de la juventud, la necesidad de la ternura y de la bondad que defienda a los jóvenes de la furia del pecado y de la amargura de la soledad. La primera hora de la evangelización tuvo en la Madre su Pilar de apoyo y su presencia que abría caminos y corazones.
Oración
Oh Dios, que has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección.
Virgen Santa e Inmaculada, a Ti, que eres el orgullo de nuestro pueblo y el amparo maternal de nuestro mundo, nos acogemos con confianza y amor. Ayúdanos a estar siempre atentos a la voz del Señor: que no seamos sordos al grito de los pobres, que el sufrimiento de los enfermos y de los oprimidos no nos encuentre distraídos, que la soledad de los ancianos y la indefensión de los niños no nos dejen indiferentes, que amemos y respetemos siempre la vida humana.
Decimotercera estación: Jesús muere en la cruz.
Reflexión
En nuestro mundo el terrorismo ha destrozado muchas vidas, los asesinatos han roto muchos corazones. Jesús, muerto en la cruz, se hace voz de tantas víctimas para decirnos con qué amor debemos defender, respetar y cuidar la vida.
Oración
Señor Jesús, tu muerte nos da la vida. Por ello te presentamos, Señor, la vida de muchos jóvenes que atraviesan valles oscuros; jóvenes cuyas vidas están en peligro, jóvenes que son acosados violentamente.
Por la intercesión de María, La Virgen de Guadalupe, la que los mártires de México abrazaron con amor en sus suplicios, la que amó con ternura el joven mártir, San José Sánchez del Río, te pedimos, Señor de la vida, nos ayudes a ofrecer a los jóvenes la vida verdadera, la esperanza más firme, la alegría que vence el dolor y lo ilumina.
Decimocuarta estación: Jesús es sepultado.
Reflexión
Hay muchas tumbas, algunas labradas por el arte humano, otras abiertas en las entrañas de la tierra para recibir los despojos de tantos muertos, de tantas víctimas de la violencia y del desamor. Pero hay una tumba que clama al cielo y denuncia la terrible crueldad de la humanidad: es la tumba que se abre en el vientre de las madres del que se arranca la vida inocente. Es la tumba en la que yacen los nuevos Mártires Inocentes, las víctimas del Aborto, que, como los Niños de Belén, siguen lanzando al mundo el grito de su voz ahogada, el clamor de sus cuerpecitos destrozados, la honda tristeza de sus derechos mancillados, la suprema injusticia que les negó el derecho a vivir. Dios nos conceda humanizarnos de verdad, defender con firmeza la vida, hacer que las leyes que matan la vida inocente se borren para siempre.
Oración
Señor Jesús, haz que los jóvenes del mundo lideremos la opción por la vida, por la de los inocentes que reclaman su derecho a nacer y a vivir. Que la intercesión de la Purísima, la Inmaculada Concepción que reina en Nicaragua, nos enseñe el valor sagrado de la vida desde su concepción hasta su final natural, para que ninguno jamás labre sepulcros en el vientre sagrado de las madres.
De la Cruz a la luz.
Hay que convencer al mundo de una fe que transforma, de la esperanza que hace surgir la humanidad del dolor del pecado y de la muerte. Jesús vive, así lo cantamos, así lo gritamos, así lo seguiremos proclamando desde cada corazón rejuvenecido con el gozo pascual, iluminado por la gracia bautismal que se reactiva cuando se nos dice que, en el seno de la Iglesia, todos hemos renacido en Cristo, todos hemos sido regenerados.
Señor Jesús: haz de todos los jóvenes, misioneros de la verdad, testigos gozosos de tu cruz, de tu camino de vida, de tu palabra de Consuelo, de alegría, de esperanza. Que la intercesión de Santa María la Antigua, la evangelizadora, la que nos mostró por vez primera el rostro del Señor de la Esperanza, nos ayude desde Panamá a colmar el mundo con nuestra alegría luminosa que se llama misión y esperanza.
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