El Papa invita a aprender a soñar como soñaba San José, el “hombre de los sueños”
(ACI) Este martes 18 durante la Misa en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco pidió a los cristianos que sean “hombres de los sueños” como San José, y no “soñadores sin los pies en la tierra”.
El Santo Padre centró la homilía en San José, “que sabe acompañar en silencio” y es “el hombre de los sueños”.
Explicó que en los Evangelios se presenta a San José como “un hombre justo que cumple con la Ley, trabajado, humilde y enamorado de María”.
Cuando se presenta ante él lo incomprensible, “prefiere hacerse a un lado, pero Dios le revela entonces su misión”, señaló Francisco. De ese modo, San José asume su misión, su papel y acompaña al Hijo de Dios “en silencio, sin juicios”.
Ayudó a Jesús “a crecer, a desarrollarse. Así buscó un lugar para que el hijo naciera, lo sanó, le ayudó a crecer, le enseñó el oficio: muchas cosas… En silencio. Jamás tomó para sí la propiedad de su hijo: dejó crecer en silencio”.
“Dejar crecer sería la palabra que nos ayudaría mucho a nosotros que, por naturaleza, queremos meter la nariz en todo, sobre todo en la vida de los demás: ‘¿Y por qué hace eso?’, ‘¿Y por qué hace aquello…?’. Y comenzamos a hablar a la espalda”. En cambio, San José “deja crecer, custodia, ayuda, pero en silencio”.
El Papa también definió a San José como “el hombre de los sueños”, que no es lo mismo que “un soñador”.
“El sueño es un lugar privilegiado para buscar la verdad, porque allí no tratamos de defendernos de la verdad. Dios también nos habla en los sueños. No siempre, porque normalmente es el nuestro subconsciente el que surge, pero Dios muchas veces decide hablarnos en los sueños”.
“Lo hace muchas veces. Así lo vemos en la Biblia. Pero San José era el hombre de los sueños. No era un soñador, no era un fantasioso. Un soñador es otra cosa: es aquel que cree que va por el cielo sin los pies en la tierra”.
En cambio, “San José tenía los pies en la tierra, pero era abierto”.
De ese modo, el Papa pidió “no perder la capacidad de soñar con el futuro. Cada uno de nosotros tiene que soñar con la familia, con los hijos, con los padres. Mirar cómo me gustaría que fuese sus vidas. También los sacerdotes: soñad con los fieles, qué queremos para ellos”.
Por último, invitó a “soñar como sueñan los jóvenes que no tienen vergüenza de soñar, y allí encuentran un camino. No perdáis la capacidad de soñar, porque soñar es abrir las puertas a futuro. Sed fecundos al futuro”.
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