El Papa pide a los sacerdotes luchar sin tregua contra la mundanidad espiritual
(ACI) El Papa Francisco invitó a los sacerdotes a no tener miedo de las crisis y saber aprovecharlas para crecer espiritualmente, porque “no hay frutos sin podar y no hay victoria sin lucha”, especialmente contra “todo tipo de mundanidad espiritual”.
“No hay crecimiento sin crisis, no tengáis miedo de las crisis, porque no hay frutos sin podar y no hay victoria sin lucha. Crecer, echar raíces, significa luchar sin tregua contra todo tipo de mundanidad espiritual”, señaló.
El Santo Padre realizó esta afirmación en su discurso ante miembros de la Comunidad del Colegio Internacional del Gesù de Roma, encomendado a la Compañía de Jesús, a los que recibió en audiencia en el Palacio Apostólico del Vaticano con motivo del 50 aniversario de su fundación.
El Papa Francisco dijo que la mundanidad espiritual “es el peligro más fuerte de este tiempo”. Recordó a los miembros de la comunidad que “Dios os ha fundado como jesuitas; este jubileo es un momento de gracia para hacer memoria y sentiros con la Iglesia en una Compañía y en una pertenencia que tiene un nombre: Jesús”.
El discurso del Santo Padre giró sobre la idea de la necesidad de la memoria para fundarse en las raíces. “Hacer memoria quiere decir fundarse nuevamente en Jesús, en su vida. Significa confirmar un ‘no’ claro a la tentación de vivir por sí mismo, reafirmar que, como Jesús, existimos por el Padre; que, como Jesús, debemos vivir para servir, no para ser servidos”.
“Hacer memoria es repetir con la inteligencia y la voluntad que a la vida del jesuita le basta la Pascua del Señor. No sirve a ningún otro”, añadió.
En su discurso, insistió también en que el criterio del jesuita debe ser “imitar a Jesús”, que “se desprendió de sí mismo, se humilló y obedeció hasta la muerte”.
Una segunda idea es la de “crecer”. “Estáis llamados en estos años a crecer, profundizando las raíces. La planta crece desde las raíces que no se ven pero que sostienen la planta”. El Papa empleó esa imagen para expresar la necesidad de que los sacerdotes tengan raíces profundas que les sostengan.
En este sentido, advirtió que la planta “deja de dar frutos no cuando tiene pocas ramas, sino cuando se le han secado las raíces”. En el caso del sacerdote, “tener raíces es tener un corazón bien formado, que en Dios es capaz de expandirse”.
Además, citó la “libertad” y la “obediencia” como “dos virtudes que avanzan si caminan juntas”. “La libertad es esencial porque ‘donde está el Espíritu del Señor hay libertad’”, afirmó recordando la Carta de San Pablo a los Corintios.
“El Espíritu de Dios habla libremente a cada uno de nosotros por medio de sentimientos y pensamientos; no puede ser encerrado, sino que es acogido con el corazón, en camino, por hijos libres, no siervos. Os animo a ser hijos libres que, unidos en la diversidad, luchan cada día para conquistar la libertad más grande: la de sí mismos”.
Para ello, animó a acudir a la oración, que les “será de gran ayuda, la oración para no ser nunca descuidados”.
La tercera idea sobre la que reflexionó el Papa fue la de “madurar”. “No se madura ni en las raíces ni en el tronco, sino desprendiéndose de los frutos que, en tierra, esparcen nuevas semillas”. “Aquí entra en juego la misión, el tratar de tú a tú las situaciones de hoy, el preocuparse por el mundo que Dios ama”, indicó.
El Papa finalizó su discurso afirmando que, al contemplar al Colegio del Gesù de Roma, “veo una comunidad internacional llamada a crecer y a madurar junta”.
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