Así combate el Papa Francisco la tentación del narcisismo
(ACI).- El Papa Francisco reconoció que procura no mirarse al espejo como forma de luchar contra actitudes narcisistas y de autorreferencialidad.
Preguntado sobre qué imagen tiene de sí mismo por estudiantes japoneses de la universidad jesuita de Tokyo, “Sophia University”, con quienes mantuvo una videoconferencia, el Santo Padre señaló que “hay que permanecer atentos cuando nos evaluamos a nosotros mismos”.
“Con el problema de la imagen siempre hay una confusión: pensemos en el espejo. Cuando nos peinamos y nos miramos en el espejo, obtenemos una imagen. Pero cuando el espejo entra en tu vida, se desarrolla una actitud casi totalmente narcisista y de autorreferencialidad”, advirtió.
Para Francisco “el espejo engaña siempre. La imagen que tengo de mí mismo… Yo trato de no mirarme en el espejo. Yo trato de mirarme dentro, a aquello que he sentido durante el día y en ese momento juzgarme a mí mismo”.
Más en concreto, explicó que “como imagen general, pienso que soy un pecador que Dios ha amado muchísimo y que me continúa amando, pero mi imagen plástica concreta la contemplo cada día examinando cómo me comporto, las decisiones que tomo y los errores que cometo. Una imagen que camina como camina la vida”.
A continuación, preguntado sobre el medio ambiente, el Santo Padre señaló que “hoy la humanidad se encuentra ante la necesidad de hacer frente a una elección ineludible: o se toma en serio la protección del medio ambiente, o iremos al límite de la destrucción de la humanidad”.
“Hace un mes vinieron a visitarme los Jefes de Estado de Oceanía y Polinesia, y me contaron el drama de algunas pequeñas islas que, en 20 años, desaparecieron por culpa del calentamiento global”, lamentó.
Además, “hace dos meses me impresionó la imagen de un gran barco procedente de China que navegaba por el Polo Norte. ¿Qué significa esto? Que se habían quebrado los hielos. Significa que se derriten los hielos por el calentamiento global”.
Ante esta situación, “debemos ser responsables y cuidar nuestro planeta. Con frecuencia se hacen muchas actividades que destruyen la Tierra. Pensemos en la Amazonía, en la deforestación, porque la Amazonía es el oxígeno de la humanidad”.
También se refirió a la contaminación de los océanos: “Hoy los mares han triplicado el nivel de tolerancia máxima de plásticos”.
El Papa criticó las actividades que “sólo buscan el interés económico. No podemos seguir sólo al dinero. El dinero se ha situado en el centro de los intereses, y por dinero se sacrifica todo”, criticó. Situar el dinero en el centro de todo “es lo que produce las guerras”.
Por eso, exhortó a dirigir la mirada hacia la encíclica Laudato Si’, que “no es tan solo una encíclica ecológica, sino que es una encíclica social, porque se ve cómo el desequilibrio ecológico provoca también una desigualdad social”.
Los estudiantes también preguntaron al Pontífice sobre los refugiados. “El problema de los refugiados es un problema tan grande como la historia: la persona humana es un migrante. El problema migratorio en Europa es la tragedia más grande desde la Segunda Guerra Mundial”.
“A un migrante no se le puede mandar de vuelta –afirmó el Papa–, es una persona humana que huye de la guerra o del hambre. A un migrante se le debe integrar. Meterlo en un gueto no es integrar. Hay que recibir a la persona, ayudarla y meterla en la sociedad”.
Por otra parte, “es obvio que cada país debe evaluar cuántos migrantes puede acoger. En este sentido, admiro a Suecia, y debo hacer también un homenaje a países como Italia y Grecia que ayudan a todos aquellos que llegan”.
El Papa insistió en la necesidad de la integración: “Por falta de integración se crean problemas contra la paz. Son grupos terroristas, minorías. Para la integración, está claro que es necesario crecer como persona. El migrante debe respetar la sociedad que lo acoge. La migración es un diálogo”.
En la última pregunta que le plantearon los estudiantes japoneses al Papa Francisco, el Santo Padre explicó su visión de Japón: “El pueblo japonés es un pueblo con ideales, un pueblo con capacidad de una profunda religiosidad, un pueblo trabajador. Un pueblo que ha sufrido mucho”.
“Japón vive un consumismo exagerado, pero se puede combatir con la capacidad que tenéis y con vuestros ideales. Sois un gran país, tengo admiración por vosotros. Me gustaría haceros una visita, pero no sé si podré porque tengo mucho trabajo que hacer. Preocupaos por conservar la cultura milenaria de la que sois herederos”, les pidió.
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