El Papa Francisco canonizó a 35 nuevos santos en el Vaticano
(ACI).- En una ceremonia solemne en la Plaza de San Pedro del Vaticano a la que acudieron 35.000 fieles y peregrinos, según la Gendarmería Vaticana, el Papa Francisco canonizó a 35 nuevos santos: P. André de Soveral, P. Ambrosio Francesco Ferro, Mateus Moreira y 27 compañeros; P. Faustino Míguez; Cristóbal, Antonio y Juan, Niños Mártires de Tlaxcala; y P. Angelo de Acri.
P. André de Soveral, P. Ambrosio Francesco Ferro, Mateus Moreira
El P. André de Soveral, P. Ambrosio Francesco Ferro, Mateus Moreira y 27 compañeros son los llamados protomártires de Brasil, asesinados por odio a la fe entre 1630 y 1654, cuando los holandeses calvinistas en el país quisieron obligar a los católicos a convertirse al calvinismo y prohibieron la celebración de la Santa Misa.
El P. André de Soveral y otros 70 fieles fueron asesinados el 16 de julio de 1645, a manos de 200 soldados holandeses junto con indios potiguares, en la Capilla de Nossa Senhora das Candeias, en Engenho Cunhaú, municipio de Canguaretama en el estado de Río Grande del Norte.
Tres meses después, el 3 de octubre de 1645, ocurrió la masacre de Uruaçu, donde fueron asesinados el P. Ambrosio Francisco Ferro y el laico Mateus Moreira. Según los relatos, antes de que le arrancaran el corazón, pudo gritar: “¡Alabado sea el Santísimo Sacramento!”.
P. Faustino Míguez
Por su parte, el P. Faustino Míguez, sacerdote profeso de la Orden de los Clérigos regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías (Escolapios) y fundador de la Congregación de las Hermanas Calasancias Hijas de la Divina Pastora. Nació en Orense, España, en 1831. Fue ordenado sacerdote en 1856 y, después de varios destinos pastorales en Cuba y España dedicados a la educación, recaló en Sanlúcar de Barrameda, España, donde se dedicó a la necesidad de escolarizar a las niñas.
Niños Mártires de Tlaxcala
Cristóbal, Antonio y Juan, los “Niños Mártires de Tlaxcala”, murieron asesinados por odio a la fe en México entre 1527 y 1529. Cristóbal nació en Atlihuetzia, en el actual estado mexicano de Tlaxcala, en el entonces Virreinato de Nueva España. Fue hijo del cacique Acxotecatl. Su educación se debió a la labor evangelizadora que los frailes franciscanos realizaban en la región entre los años 1524 y 1527.
Después de recibir el bautismo, trató de que su familia iniciara un camino de conversión y que abandonaran la adoración de los ídolos. Este compromiso de Cristóbal por la conversión de su familia provocó el rechazo de su progenitor, que no dudó en responder con violencia ante su hijo hasta provocar su muerte.
Por su parte, Antonio y Juan nacieron en la localidad de Tizatlán, señorío de Taxcala. Al igual que Cristóbal, fueron educados por los franciscanos, aunque luego su formación la continuaron los dominicos. Los niños trataron de erradicar la adoración de ídolos en su pueblo y en las aldeas de los alrededores. Sin embargo, fueron descubiertos por pobladores de Cuautinchán, en Puebla, tratando de poner fin a la idolatría y, como venganza, los golpearon hasta matarlos.
P. Angelo de Acri
P. Angelo de Acri, sacerdote de la Orden de los Frailes Menores Capucinos, nacido el 9 de octubre de 1669 en Acri, Italia, y fallecido el 30 de octubre de 1739. Tras su ordenación sacerdotal en 1700, se dedicó a predicar el Evangelio por Calabria y otras regiones italianas. En su apostolado dio gran importancia al sacramento de la penitencia. A él acudían innumerables fieles para confesarse.
Amplia presencia de peregrinos mexicanos
Entre los miles de peregrinos y files presentes en la Plaza de San Pedro destacó la presencia de numerosos mexicanos presentes para asistir a la canonización de los Niños Mártires de Tlaxcala.
Entre ellos estaba María Elena Picaso Sánchez quien asegura que, junto con su grupo de peregrinos, “venimos a la canonización por la fe tan grande que tenemos. Sabemos que la fe es lo que nutre el alma de cada uno de nosotros, y representamos a nuestras familias que no han podido venir”.
Trinidad Díaz Herrera, del mismo grupo procedente de Tlaxcala, explica que su presencia en Roma para asistir a la canonización de los Niños Mártires se debe a su “inmensa fe católica. Los niños nos han hecho milagros y por eso les tenemos mucha fe”.
En la Plaza también había un grupo de Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres, de México. “Estamos este día acompañando a nuestra Iglesia Mexicana en este acontecimiento de la canonización de los tres Niños Mártires de Tlaxcala”, explica una de las religiosas.
“Son un testimonio para nuestra misma Iglesia de cómo desde la niñez se pueden formar los valores familiares cristianos y que ellos en su corta infancia supieron dar testimonio de Cristo a la manera como les tocó vivirlo que fue el martirio entregando su vida por Él. Para todos nosotros siguen siendo un testimonio de que vale la pena dar la vida por Cristo como consagradas y como católicos de México”.
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