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Lunes 25º Tiempo Ordinario 25-09-2017

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Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público”

Evangelio según S. Lucas 8, 16-18

Dijo Jesús al gentío: «Nadie que ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama, sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz. Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público. Mirad, pues, cómo oís, pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener»

 

Meditación sobre el Evangelio

Que yo hable en parábolas o en doble sentido, no es para ocultar las cosas. He venido a dar testimonio de la verdad, a ser la luz del mundo. Lo que yo oculto, ya dará su explosión de luz. La lámpara que se esconde es para protegerla del aire; luego, de seguida, se saca al público, se descubre para que alumbre en torno. Pero mirad cómo oís, porque si oís mal, hay que taparos las verdades; puesto que, dejarlas descubiertas, es hacerse todos daño.

Más aún; de tal manera es mi hablar que da claridad para el bueno y deja en la noche al malo. Al que ve, se le dará más ver; al que no ve, ¿para qué se le va a dar? Se le quitará de ver. En la medida que viereis, se os dará.
Al mostrar un panorama encantador, si adviertes que uno es zote, aun el minuto que ibas a dedicarle, se lo retiras, porque es un memo. Al que lo gusta y saborea, le alargas el tiempo, a medida de su percepción. Al que con un gusto de artista se encanta y extasía, lo llevas a esta y a la otra eminencia, a este y al otro balcón, a medida de su rica contemplación. Así dice Jesús: «Mirad cómo oís, pues a vuestra medida se os dará».

Se recoge Jesús y lanza más allá la barra: «Se os dará aún más, a vosotros que escucháis». Dios siempre irá dando más, en la medida que toméis. Algunos creen que tienen; eso que creen tener, no lo tienen, pues fueron borrados de la lista de la luz. ¿Por qué?, porque atarugados en sabiduría de hombres, a cuenta de su ciencia e impertinencia, repudiaron el evangelio. No tuvieron ver de Dios. Por su repudio fueron repudiados; se les quitó lo que creían tener: «Yo vine para que, los que ven, (los orondos del saber, contradictores del evangelio) no vean».

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