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La importante lección de fe para los cristianos en Siria tras la guerra

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(ACI).- En un reciente testimonio que dio en Lima, Perú, la hermana Guadalupe Rodrigo, de la Familia Religiosa del Verbo Encarnado que estuvo seis años en Siria, compartió una lección que aprendió a partir del cambio que produjo la guerra en los cristianos: pasaron de una vida superficial a no tener miedo de morir por amor a Cristo.

Esta religiosa de nacionalidad argentina ha estado durante 18 años en Medio Oriente. Primero en Tierra Santa, después en Egipto y en el 2010 pidió ser destinada a Siria porque en ese entonces la situación socio política era “muy tranquila”.

Cuando llegó a Alepo en enero de 2011, Siria “era un país muy calmo porque el gobierno que tenemos allí es laico. No se impone allí la ley islámica como ley civil”.

Encontró una ciudad de cinco millones de habitantes, donde los musulmanes y cristianos convivían en paz. “Había mucho bienestar económico, era gente que lo tenía todo. Una ciudad de clase empresarial. Era muy europea y también estaba contagiada por los vicios de occidente”, relató la religiosa.

También había “materialismo y una cierta superficialidad en el modo en que los cristianos vivían su fe”.

En el 2011 comenzaron los disturbios en un pueblo llamado Daraa. La hermana Guadalupe indicó que la prensa difundió este acontecimiento “como que el pueblo sirio también se adhiere a la ‘Primavera árabe’, sale a la calle pacíficamente y de manera masiva para pedir la libertad, democracia y cambio de gobierno”.

En la residencia para universitarias que tienen las religiosas del IVE en Alepo vivían tres jóvenes originarias de Daraa y sus familias “alarmadísimas contaban a sus hijas que habían entrado a los pueblos grupos armados y extranjeros que estaban provocando disturbios y estaban descuartizando cristianos”.

“Esas eran según la prensa las manifestaciones pacíficas del pueblo”, afirmó y dijo que la gente, sobre todo en Damasco y Alepo, salió a la calle a expresar su apoyo al gobierno.

Las manifestaciones de los grupos opositores al régimen de Bashar Al Asad se convirtieron en una rebelión armada y cuando llegaron a Alepo en febrero de 2012 sitiaron la ciudad y bloquearon las carreteras. Los habitantes se enfrentaron a una carencia de comida, agua, luz y combustible.

“Traten de hacerse una idea de lo que significó para esta gente ¿Cómo hace alguien que siempre lo ha tenido todo, que ha sido rico y consentido, y de un día para el otro se queda sin nada?”.

Comentó que en Alepo era costumbre que en las casas hubiera más de una empleada doméstica, que solían ser filipinas, y que cuando comenzó la guerra civil, “todas las embajadas fueron retiradas y estas sacaron a todos sus ciudadanos. De un día para el otro estas señoras que nunca habían pisado la cocina, se las veía colgadas de los árboles en la calle arrancando ramas para poder cocinar algo para sus hijos”.

Además de las carencias, “los rebeldes comenzaron a atacar la ciudad desde fuera hacia dentro, sobre todo los barrios cristianos. Lo que intentaban hacer era sembrar el terror e imponer la ley islámica, la cual pide acabar con los infieles que son en primer lugar los cristianos”.

La Hermana Guadalupe manifestó que la persecución y la masacre provocaron en los cristianos un cambio en la forma de ver la vida.

Sonrisas después de la guerra

Recordó que en medio de los bombardeos, que duraron hasta diciembre de 2016, cuando el ejército sirio logró liberar la ciudad, ella veía a los cristianos “sonreír más que antes de la guerra”.

En una ocasión les preguntó a unos jóvenes “¿Cómo puede ser que sonrían así, si se les ve que parecen más felices que antes?” y estos le respondieron “lo que pasa es que antes estábamos tan entretenidos con las cosas del mundo que nos olvidábamos de lo importante. Este sacudón de la guerra puso cada cosa en su lugar, teníamos la vida patas para arriba”.

 

La religiosa comentó que antes de la guerra, las hermanas del IVE tenían que “andar corriendo” detrás de las jóvenes que vivían en su residencia para que estudiaran. “Con la llegada del conflicto y la persecución se dio un cambio. Iban a la universidad arriesgando su vida”.

Un día las religiosas tuvieron una falsa alarma de invasión de los rebeldes en su barrio y salieron de la casa con las jóvenes llevándose lo básico. Una de las estudiantes se llevó sus apuntes de clase y dijo a las monjas que “si no nos matan hoy yo tengo que dar un examen el lunes”.

También recordó que una madre perdió a su hijo durante un bombardeo a un hospital ubicado en un barrio cristiano. Esa mujer le contó que “cuando ella tenía miedo durante los bombardeos su hijo Naum le decía ‘mamá no tengas miedo de lo que puede matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma’”.

“Esto es lo que los cristianos lograron entender y es por eso que hasta se ríen de la muerte. Ellos dicen: ‘qué me pueden hacer, que me corten la cabeza, que me corten en pedacitos ¿no me pueden hacer nada más? No pueden tocar mi alma’. Es eso lo que los mantiene serenos, lo que los mantiene libres”, expresó.

A los cristianos en Siria “se les ha simplificado la vida. Cómo en eso nos llevan la delantera. Es gente que ya entendió lo importante, desprecia todo, hasta su propia vida, por amor a Jesucristo”.

Ante esta realidad, la religiosa preguntó si los padres de familia “se desvelan” por “la salud de las almas de sus hijos” como por su salud física, su bienestar socioeconómico y “que lo tengan todo”.

“Ser cristiano va a significar la persecución del mundo” e indicó que si “estamos tan cómodos con el mundo, algo anda mal con el Evangelio”, concluyó.

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