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No hay nada más hermoso en la vida que esposarse y formar una familia, dice el Papa

No hay nada más hermoso en la vida que esposarse y formar una familia, dice el Papa

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(ACI).- En su visita el pasado domingo por la tarde a la parroquia romana de San Pier Damiani ai Monti di San Paolo, en la periferia de Roma, el Pontífice respondió a las preguntas que varios niños de catequesis le hicieron en un divertido encuentro y afirmó que no hay más bonito en la vida que formar una familia.

“¿Qué podemos hacer los niños para salvar el mundo?, ¿cómo supo cuál era su vocación sacerdotal?, ¿qué podemos hacer para seguir mejor a Jesús?, ¿qué deporte hacía cuando tenía 11 años?”, fueron las preguntas que le hicieron.

Francisco aseguró en una de sus respuestas que “es hermosísimo en la vida esposarse, es precioso. Es precioso tener una familia, un padre y una madre, tener abuelos, los tíos… Es hermoso, una gracia. Y cada uno de vosotros tiene padres, tiene abuelos, tiene tíos, tiene una familia. Démosles un aplauso a todos ellos. Vuestros padres se sacrifican por vosotros, para ayudaros a crecer, y esto es algo bonito, es una vocación: formar una familia”.

Pero “también hay otra vocación: ser monja o sacerdote”, añadió. “Yo tenía 16 años y sentí que el Señor quería que fuese sacerdote. ¡Y aquí estoy! Soy sacerdote. Esta es la respuesta. Se siente en el corazón: cuando un chico siente en el corazón simpatía y después esta simpatía va adelante, y siente amor por una chica y después son novios y después se casan, así se siente en el corazón cuando el Señor te dice: ‘debes ir adelante en el camino para ser sacerdote’. Y así lo he sentido yo. Como se sienten las cosas bellas de la vida”.

El Papa también dijo a los niños que “cada uno de nosotros tiene un lugar en la vida”. “Jesús quiere que uno se case, que forme una familia, quiere que otro sea sacerdote, que otra sea monja… Pero cada uno tiene un camino en la vida”.

“Y para la mayoría es que sean como vosotros, como vuestros padres: fieles laicos que forman una hermosa familia, que hacen crecer a los hijos, que hacen crecer la fe. Yo estaba en una familia: cinco hermanos felices. Papá trabajaba, venía del trabajo y jugábamos. Una vez hicimos un concurso para jugar a los paracaidistas y tomamos el paraguas y fuimos a la terraza y uno de mis hermanos se tiró el primero, abajo, desde la terraza. ¡Y se salvó por poco!”.

“Son juegos peligrosos. Pero éramos felices. Mamá y papá nos ayudaban a ir hacia delante, a la escuela, y también se preocupaban de nosotros”, comentó.

Francisco continuó respondiendo a los niños y exclamó: “¡El mundo es grande. “Un niño, un chico, una chica, una niña, ¿pueden ayudar a la salvación del mundo?”.

Se puede ayudar al mundo “respetando a las personas, también a aquellas que no nos quieren, y si alguien me ha hecho mal ¿qué debo hacer?”. “También ellos son respetados. Y jugar bien ayuda también a salvar el mundo porque la alegría ayuda a Jesús a salvar el mundo”, respondió.

“Cuando tenía tu edad (11 años) jugaba al fútbol. Sabes, yo no era muy bueno en el fútbol, y entre nosotros, a aquellos que no son buenos en el fútbol se les llama ‘pata dura’. Yo era un ‘pata dura’, y por esto a menudo hacía de portero, para no moverme: era mi papel”.

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