Estos musulmanes llegaron a Europa buscando asilo y descubrieron la fe en Cristo
(ACI).- Europa recibe cientos de miles inmigrantes y refugiados procedentes de países de Oriente Medio que llegan buscando la paz que no hay en sus países de origen, y muchos de ellos, cada vez más, encuentran también la alegría de la fe en Cristo.
Según explica el semanario español Alfa y Omega, durante el año 2016 más de 200 musulmanes fueron bautizados como cristianos católicos en Francia. En Alemania fueron 196 y en Dinamarca alrededor de 100.
Este año 2017, está previsto que en Austria se bauticen 422 musulmanes, 190 de ellos en Viena. Además hay más de 250 personas árabes en diversas catequesis y formación para recibir el Bautismo.
Uno de estos musulmanes que encontró a Cristo en Europa es Arash, proveniente de Irán, quien creció como musulmán hasta que comenzó a hacerse algunas preguntas sobre esta religión.
“Comencé a cuestionarme algunas cosas como la discriminación de la mujeres. Conocí a mi mujer por internet, ella es iraní como yo, pero vivía en Hamburgo, y frecuentaba una iglesia protestante. Me hablaba mucho del cristianismo, así que cuando la visité durante algunos meses, ambos fuimos juntos allí y recibí algunos cursos de preparación. Y poco antes de volver a Irán para casarnos, me bauticé”, asegura al semanario Alfa y Omega.
Sin embargo cuando volvieron a Teherán en el año 2000, tanto Arash como su mujer comenzaron a recibir amenazas por convertirse, hasta que finalmente tuvieron que trasladarse a Austria.
Una vez a salvo en Viena, capital de Austria, su mujer y él iniciaron un curso sobre la fe en una iglesia católica.
Después de un largo camino de discernimiento, en el año 2016, Arash y su mujer decidieron bautizarse católicos.
Arash relata que “desde el principio encontré el cristianismo muy atractivo. Yo deseaba más paz, más igualdad entre la gente. En el cristianismo encontré un mundo totalmente distinto. Tienes más libertad. Allí es totalmente diferente, hay un montón de restricciones, todo está controlado, la sociedad te evalúa según tu práctica religiosa, es parte de la vida, de los negocios, del trabajo, de la familia”.
Además asegura al semanario que se siente “muy afortunado por haber encontrado el Camino, por haber escuchado y seguido la voz del Señor” y espera que muchos iraníes puedan encontrar a Cristo como él.
“Gracias a internet, la gente puede encontrar información que antes no teníamos. Hay millones de musulmanes en el mundo que, si pudieran ser libres, estoy seguro de que desearían encontrar la paz y el amor que nosotros hemos encontrado en Cristo”, señala.
Actualmente Arash trabaja como traductor para la delegación de pastoral de la diócesis de Viena y ayuda a quienes como él se acercan a la Iglesia pese a las dificultades con el idioma.
¿Conversiones interesadas?
Ante la posibilidad de que algunas de estas conversiones sean interesadas, la coordinadora de catequesis de adultos de la diócesis de Viena, Friederike Dostal, aseguró a Alfa y Omega que verifican de manera exhaustiva que exista un verdadero proceso de conversión.
En ese sentido, explica que el hecho de que muchos de los musulmanes que quieren ser católicos ya crean en la existencia de Dios hace que sea un proceso de conversión más sencillo que los conversos de Occidente que provienen del ateísmo o agnosticismo.
“Enfatizamos sobre todo la figura de Jesucristo. Es muy interesante comprobar cómo estas personas que ya saben de Dios llegan a conocer más de Él gracias a la presentación que hacemos de Jesús. Descubren así la maravilla de un Dios que es cercano a nosotros, con el que puedes hablar, que te acompaña. Esto supone una gran diferencia para ellos”, dijo Dostal.
Además subraya que al descubrir a Cristo, descubren también “su amor y su paz”. “Les llama mucho la atención que Cristo trata muy bien tanto a las mujeres como a los hombres. Leen el Evangelio y les impacta la historia de la mujer que estuvo a punto de ser lapidada a muerte, la vida nueva que le dio”, dice la coordinadora.
Lo que más, destaca, es ver que es posible vivir la fe con libertad, “con esa libertad que les da el Evangelio”.
(132)