En el día de los periodistas el Papa Francisco anima a que los comunicadores rompan el círculo vicioso de las malas noticias
(Aciprensa) El Papa Francisco ha animado a los comunicadores a ejercer su labor “de forma constructiva rechazando los prejuicios contra los demás”, y siguiendo un modelo que “fomente una cultura del encuentro que ayude a mirar la realidad con auténtica confianza”.
En un mensaje con motivo de la 51ª Jornada Mundial de la Comunicación Social, que tendrá lugar el 28 de mayo, Solemnidad de la Ascensión del Señor, el Santo Padre ha pedido transmitir la “buena noticia” rompiendo “el círculo vicioso de la angustia y frenar la espiral del miedo, fruto de esa costumbre de centrarse en las ‘malas noticias’ (guerras, terrorismo, escándalos y cualquier tipo de frustración en el acontecer humano)”.
En opinión del Papa, esto no significa que se deban ocultar las noticias negativas que desgraciadamente llegan de forma diaria: “ciertamente, no se trata de favorecer una desinformación en la que se ignore el drama del sufrimiento, ni de caer en un optimismo ingenuo que no se deja afectar por el escándalo del mal”, indicó.
En este sentido, Francisco ha advertido de los efectos perniciosos de “un sistema comunicativo donde reina la lógica según la cual para que una noticia sea buena ha de causar un impacto, y donde fácilmente se hace espectáculo del drama del dolor y del misterio del mal”, ya que “se puede caer en la tentación de adormecer la propia conciencia o de caer en la desesperación”.
El Obispo de Roma ha querido con este mensaje “contribuir a la búsqueda de un estilo comunicativo abierto y creativo, que no dé todo el protagonismo al mal, sino que trate de mostrar las posibles soluciones, favoreciendo una actitud activa y responsable en las personas a las cuales va dirigida la noticia”. Por ello, invitó a todos “a ofrecer a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo narraciones marcadas por la lógica de la ‘buena noticia’”.
Precisamente, la Buena Noticia, junto con la confianza en la semilla del Reino y los horizontes del Espíritu, han articulado el mensaje del Papa.
La Buena Noticia
“Para los cristianos, las lentes que nos permiten descifrar la realidad no pueden ser otras que las de la buena noticia, partiendo de la ‘Buena Nueva’ por excelencia: el ‘Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios’”, ha destacado.
“Esta Buena Noticia –ha continuado el Santo padre–, que es Jesús mismo, no es buena porque esté exenta de sufrimiento, sino porque contempla el sufrimiento en una perspectiva más amplia, como parte integrante de su amor por el Padre y por la humanidad. En Cristo, Dios se ha hecho solidario con cualquier situación humana, revelándonos que no estamos solos, porque tenemos un Padre que nunca olvida a sus hijos”.
La confianza en la semilla del Reino
El Pontífice ha recordado que “para iniciar a sus discípulos y a la multitud en esta mentalidad evangélica, Jesús recurría a las parábolas, en las que el Reino de Dios se compara, a menudo, con la semilla que desata su fuerza vital justo cuando muere en la tierra”.
“Recurrir a imágenes y metáforas para comunicar la humilde potencia del Reino, no es un manera de restarle importancia y urgencia, sino una forma misericordiosa para dejar a quien escucha el ‘espacio’ de libertad para acogerla y referirla incluso a sí mismo”. “El Reino de Dios está ya entre nosotros, como una semilla oculta a una mirada superficial y cuyo crecimiento tiene lugar en el silencio”.
Los horizontes del Espíritu
El Papa Francisco ha señalado que “en la Ascensión, aunque parece que el Señor se aleja de nosotros, en realidad, se ensanchan los horizontes de la esperanza”.
“La confianza en la semilla del Reino de Dios y en la lógica de la Pascua configura también nuestra manera de comunicar. Esa confianza nos hace capaces de trabajar con la convicción de que es posible descubrir e iluminar la buena noticia presente en la realidad de cada historia y en el rostro de cada persona”, ha resaltado.
“Quien se deja guiar con fe por el Espíritu Santo es capaz de discernir en cada acontecimiento lo que ocurre entre Dios y la humanidad, reconociendo cómo él mismo, en el escenario dramático de este mundo, está tejiendo la trama de una historia de salvación”.
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